lunes, 4 de agosto de 2014

La Energía del Abrigo, por Homero Carvalho Oliva



                                                   

       La Energía del Abrigo




Las aymaras creen que la energía del difunto se queda en las ropas que éste vistió en vida, por eso después de enterrarlo llevan la vestimenta usada a un río y la lavan para que el agua -sinónimo de limpieza-, se lleve la carga que ha quedado entre los pliegues y la ropa quede depurada para ser vestida de nuevo. Este ancestral rito andino llegó a mi memoria después de leer El abrigo negro, la novela de Sisinia Anze Terán, una joven autora que se convirtió en una celebridad instantánea después de que ésta su primera novela saliera a la luz y, en pocos meses, pasara  a ser una de las preferidas, tanto de estudiantes como de lectores en general.

En mi caso, la leí de una sentada luego de que la propia autora me la entregara en un intercambio de libros que hicimos hace una semana. Me la llevé a la Feria Internacional del Libro de La Paz y allí la terminé de leer, satisfecho de saber que tenemos una escritora que, sin prejuicio alguno, encara temas históricos y esotéricos de carácter universal, con tradiciones y leyendas propias de una parte del país, como es la cosmovisión andina del departamento de Oruro. Y digo sin prejuicios porque se trata de temas que están siendo abordados por escritores en el mundo entero y muy pocos lo hacen en nuestro país.

El personaje central de esta novela es un abrigo negro que carga la pesada y negativa energía de su dueño original: nada menos y nada más que Adolf Hitler; si, así es, informado lector, se trata del famoso abrigo negro que viste en muchas de sus fotografías, y películas documentales y que lo caracterizó durante la mayor contienda bélica del siglo XX. El abrigo, en calidad de ropa usada (un tema tan actual que pocos hemos tocado, me trajo recuerdo a un cuento mío denominado El terno azul), llega a un mercado en Oruro y allí lo adquiere Jacinto Choque, un minero que empieza a sentir sensaciones extrañas, producto de la mala energía que carga esta prenda que la autora va presentando de manera extraordinaria. El argumento me parece genial y no pienso contarles la obra, solamente provocarlos para que la lean.

La novela, un territorio de culturas, está dividida en dieciocho capítulos y un epílogo y su estructura narrativa es compleja, porque la autora va entremezclando los capítulos de tal manera que el tiempo y el espacio, entre la Segunda Guerra Mundial y la actualidad  y entre Europa y Oruro, se van enlazando en una cadena de acontecimientos suspendidos que hacen que el lector quiera seguir leyendo. Incluso al terminar, nos quedamos con las ganas de una segunda parte, como esas sagas literarias ya famosas.

El abrigo negro es una novela bien escrita, Sisinia maneja con solvencia los diálogos, resuelve adecuadamente los hechos, así como los tiempos narrativos y sabe usar el suspenso como gancho para atrapar al lector, por eso mismo los capítulos son como un rompecabezas en el que cada pieza es solo una parte de la imagen total y, puede parecer, que algunos de ellos no tengan sentido hasta cerrar la novela, es decir al cerrar el círculo; entonces todas las piezas encajan y el rompecabezas está completo y nos damos cuenta que el abrigo ha sido y es el gran personaje.

Algo que me llamó la atención es el conocimiento que la autora posee de la cosmovisión y culturas andinas de esta parte de la cordillera, y eso lo demuestra en algunos capítulos sin abusar para nada del folclore, sino más bien explotando la magia de lo nuestro. Cuando hablan los mineros, la autora elige los giros lingüísticos propios de la región, lo cual se constituye en una fortaleza de la obra, porque lo hace de una forma que aunque no entendamos algunas palabras, si entendemos el sentido de la oración. Al terminar de leerla, comprobé porqué es una de las preferidas de los estudiantes y porqué la invitan, permanentemente, a su autora a dar charlas y talleres literarios sobre esta y otras de sus obras. ¡Hay que leerla!
                                             
                                           Homero Carvalho Oliva

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Ausencia - Poesía Sisinia Anze Terán

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