domingo, 10 de febrero de 2019

Ausencia - Poesía Sisinia Anze Terán

                                                                       
                                                                 

Saltas de un recuerdo a otro en mi memoria. Ahí vas, paseándote por mis alegrías y también mis por tristezas. Dejas tu huella profunda y perfumada; duele y, a la vez, acaricia. Quiero retenerte en una burbuja, pero te escurres como se escurre de entre los dedos el agua. Siento un incendio en los hombros y mi corazón es un puñado de cenizas. En mi soledad te busco en las fotografías colgadas en la pared, en las cortinas empolvadas, y me pregunto si me piensas como te pienso, si me traes a tu mente como yo en la mía te retengo. ¿Me reconoces en el viento? ¿Me oyes en la corriente del río? ¿Cuando estás solo me invocas o te sientes como yo sin ti, vacío? Guardo tus besos en mis labios, arden como antorchas encendidas. Tengo sed de ti, te deseo y me odio cuando mis palabras te agravian y te lastimo sin darme cuenta. ¿Cuándo, dónde y qué hora me volverás a decir te amo? Es una necesidad, mi necesidad, porque mi universo se está cayendo pedazo a pedazo. Los planetas se arremolinan con estrepitosa velocidad y se pierden a lo lejos, son residuos en el espacio, al instante ni siquiera eso. Y tus ojos aparecen de repente como dos soles que recorren silenciosamente el firmamento, giran, cobran impulso y brillo, dan vueltas en el infinito de mis pupilas. Te tengo, te extraño, te amo.

Autora: Sisinia Anze
08/02/2019

miércoles, 26 de julio de 2017

Juana Azurduy, una Mujer Fuera de Serie






Con  Juana Azurduy, la furia de la Pachamama, la escritora cochabambina Sisinia Anze incursiona en la historia boliviana, rescatando para el lector la participación de la mujer en lides bélicas, en una época en que su función se reducía al ámbito de la casa y el cuidado de los hijos.


Juana Azurduy es el séptimo libro publicado por la autora que empezó en el oficio de la escritura con El abrigo negro en 2009, que hace referencia a la Segunda Guerra Mundial intercalando con una historia fantástica. En su última novela, en cambio, la historia es la base y el contenido con el componente de aproximación a las raíces del lector nacional.


La novela muestra a la niña rebelde, de fuerte personalidad, capaz de situarse en el mundo que la rodea y detectar las irregularidades, el desprecio y abuso con los más débiles o el trato vejatorio al indígena. Como la niña no podía ser manejada a voluntad de los tíos, es llevada al convento, de donde sale para ocuparse de los bienes que habían dejado sus padres.


Ella no pertenecía al común denominador de la mujer de su época. Su naturaleza impetuosa y vehemente no podía quedar relegada a la reclusión doméstica, ella estaba convencida que debería cambiar el estado de cosas, se lo planteó como un deber y deuda con su pueblo para corregir las injusticias, conseguir que todos tengan los mismos derechos y obligaciones, mucho más los nativos, a quienes consideraba verdaderos dueños de la tierra, aunque su hermana le había advertido que “sólo cambiarían de amo”. 


Esta es la heroína que rescata Sisinia Anze, la que se prepara disciplinadamente para la lucha, la que pelea junto a indígenas voluntarios y un grupo de mujeres en el campo de batalla y sigue adelante a pesar del dolor y muerte, mucho más cuando la guerra le ha quitado a cuatro hijos, a su esposo Manuel y a su gran amigo Juan Wallparrimachi.


La escritora sigue el curso de los acontecimientos históricos mencionando a  héroes con los que lucharon los patriotas a través del relato que hace la anciana Juana a su sobrino Indalecio. Sisinia trabaja los personajes con acertada visión y retrata a todo color escenas vívidas, propias del hiperrealismo, pero con verbos en movimiento a través de un escenario escalofriante donde Juana sólo tiene dos opciones: matar al usurpador o morir defendiendo la causa.


La guerra justa o injusta sigue siendo la fatal pesadilla para el ser humano y Sisinia ha tenido el acierto de mostrarla desde esa perspectiva, cuando empieza su novela precisamente con la peor pesadilla de su vida: rescatando la cabeza de Manuel, recurso onírico que retoma en varias ocasiones para subir la temperatura del relato.


En la novela resaltan varios recursos narrativos que dan soporte, veracidad y belleza a la obra: los planos paralelos que sostienen la estructura, el recurso de comparación con la heroína Juana de Arco, el comienzo que no es precisamente el final, sino la historia de su lucha a mitad de camino o sus diálogos mesurados y precisos que agilizan el proceso narrativo. Es más, Sisinia Anze ha conseguido recrear ambientes y personajes históricos, proporcionar lectura amena de la historia a los estudiantes, con la esperanza de que germine en su conciencia un justo reconocimiento hacia la heroína.


 


                                            Haydee Nilda Vargas Guerrero



viernes, 17 de febrero de 2017

Juana Azurduy - La Furia de la Pachamama

Hace unos días se presentó en Cochabamba la novela histórica escrita por Sisinia Anze Terán, Juana Azurduy. La furia de la Pachamama, obra que presenta a Juana, la heroína de América (porque apoyó no solo a los ejércitos nacionales, también a los argentinos en la lucha por la Independencia), como una niña especial desde sus primeros años.
Y de esa biografía se extrae  el desprecio de una sociedad racista contra su madre de origen cholo.
Hablar de las cualidades de un libro puede ser redundante para ávidos lectores aficionados a viajar a diversos mundos a través de páginas. Cuando se llega al último párrafo se vive una lucha interna, la frustración de que no habrá más, entonces se inicia otro libro, uno no escrito, la continuidad inventada por  la imaginación. Experiencia que quizá pocas veces suceda con los libros de historia novelada, o novela histórica.
Sin embargo, al remontarnos al origen de la escritura y de la historia narrada en letras, de uno u otro idioma, descubrimos que muchos de esos acontecimientos llevan una dosis alta de sensaciones y percepciones subjetivas de quienes fueron testigos y de quienes del relato oral pasaron al escrito. El fin es el mismo, la historia permite ese viaje al pasado en el que se proyectan las cosas del modo que se nos narra.
Juana fue la pequeña que siguió los pasos de su padre y dominó los oficios del campo, que cabalgó la tierra con el ímpetu de una semidiosa, Valkiria (mitología nórdica). Una mujer fuerte que, pese al dolor por la pérdida de sus padres a temprana edad, la imposición de permanecer años en un convento y los dolores posteriores que llegarían con la lucha frenética, la maternidad, la  muerte de sus hijos, jamás se dejó vencer. Es el retrato apasionado de una heroína, condenada, criticada, despreciada por esos ideales que aún hoy se defienden porque la realidad indica que ese racismo y discriminación de creer seres inferiores a los pueblos y naciones indígenas, no ha terminado.
La Juana de Sisinia es una mujer implacable, pero a la vez se recubre de una frescura juvenil capaz de abrigar fervientes ideales, ella personifica la lealtad, la fidelidad que nutre su amor y lucha, que sueña, que no se inmuta, que prepara un camino en la búsqueda de una sociedad diferente. Que no se detiene cuando su espada debe penetrar el cuerpo de un enemigo, porque comprende que grandes transformaciones requieren también de grandes sacrificios. Pese a todo recibe la más fría ingratitud. No así de la memoria histórica, no así de quienes narran sus hazañas como lo hace la escritora cochabambina Sisinia Anze T.
Las mujeres narradas
El plus de la obra de Anze, en el caso particular de quien escribe, permitió revivir las impresiones que dejó en la memoria la obra de Nataniel Aguirre, Juan de la Rosa, lectura obligada en la época escolar. La fortaleza inagotable de la mujer frente al dolor, las escenas terribles del capítulo en que las mujeres cochabambinas se enfrentan a las tropas de Goyeneche. La escena de la violación de la cholita adolescente Rosita y tantas otras imágenes. Con Juana Azurduy se revive a la vez la historia de Juana de Arco, la escritora reescribe y permite que los recuerdos hagan lo propio. Y la pluma y un estilo narrativo que, en mí caso, rememoró otras obras consideradas “históricas” como La letra Escarlata de Nathaniel Hawthorne, o El nombre de la Rosa de Umberto Eco, que presentan una miscelánea de géneros que no solo responde a las características de novela histórica, también son de suspenso y novela negra, como en el caso de la escrita por Eco.
Si consideramos las características de cada género, podríamos hallar similitudes en las mencionadas, pero en cuanto a contenido optaría por el tratamiento que se da al papel histórico de la mujer en la sociedad, en las relaciones humanas y en gran parte de la literatura escrita, ese ser fuerte y eternamente castigado por la idea intrínseca que mantiene irrisoriamente al hombre en un pedestal, la idea de la “inferioridad femenina” cuando más de una vez, en miles de páginas, en hechos que suman en todos los países del mundo, la fortaleza de una mujer es insuperable y lo demuestra una vez más Anze en La Furia de la Pachamama. 

Jackeline Rojas Heredia
Teatralización Grupo de Artes Escénicas Deja Vú

jueves, 2 de febrero de 2017

Novela Histórica Juana Azurduy - La Furia de la Pachamama de Sisinia Anze.

Autor imagen JUANA AZURDUY: Alex Urquidi.
Reciente novela de Sisinia Anze Terán: Juana Azurduy - La Furia de la Pachamama.
Cochabamba - Bolivia 2017.

lunes, 7 de marzo de 2016

Las Crónicas del Supay por Homero Carvalho Oliva

Sabemos que los mitos y las leyendas son productos de una compleja y sistemática construcción colectiva, son una especie de memoria soñada que tiene que ver con lo que imaginamos y creemos y son elementos constitutivos y vitales de nuestra conciencia individual. En este sentido podríamos decir que los límites de nuestra imaginación son también la última frontera de nuestro mundo.

Mitos y leyendas son territorios en los que se confunde la realidad con la ficción, lo sagrado y lo profano, la verdad y la fantasía. La leyenda pertenece al folclore y por ello corresponde a la más enraizada sabiduría popular de una cultura. Es un relato hablado que conserva la tradición de un pueblo y se va enriqueciendo con el tiempo, transfigurándose, porque expresa la relación de los seres humanos con la historia, la naturaleza y el cosmos, pero también con su interior, con su subconsciente.

Ambos, mitos y leyendas, por su carácter simbólico y, su relación con el inconsciente, están más cerca de la poesía que de la investigación científica; sin embargo al igual que la ciencia intentan explicar el mundo, el origen de los dioses, la aparición del ser humano, el origen de los seres, las cosas, el bien y el mal, así como del apocalipsis. Si creemos que lo que imaginamos es posible, entonces la magia es posible porque está en nuestros pensamiento y en nuestro lenguaje.

Los protagonistas de los mitos y leyendas habitan en la imaginación popular y no pueden ser explicados de manera racional porque son historias para ser contadas. Los mitos y las leyendas han creado seres zoomorfos o antropomorfos de carácter benévolo o malévolo de acuerdo a las necesidades espirituales, sociales, políticas y cosmográficas de los grupos humanos, conectando a través de la magia, la razón y la fantasía.

Por todo el mundo se han escuchado y se escuchan aún los relatos de seres mitológicos o personajes legendarios y en el territorio de lo que ahora es Bolivia, se los ha venido contando desde mucho antes de la Colonia. Los pueblos y civilizaciones que habitaban este territorio, conformado por el País de las altas montañas, el País de los valles floridos y el País de los grandes ríos, poseían una fantástica memoria oral, algunos como productos de un complejo entramado cosmogónico y otros como simples explicaciones de lo sobrenatural.

Uno de los mitos más conocidos en nuestro país es el de la deidad que habita las profundidades de la tierra, especialmente de las montañas, una deidad que fue maldecida por la cultura occidental y cristiana y ha pasado a ser un demonio. De Europa nos llegaron varios de los personajes curiosos que provienen de las tantas culturas del Viejo continente, así como monstruos creados por la propia literatura.

Ahora bien, entrando en materia. Si la novelista cochabambina Sisinia Anze Terán hubiera nacido en la Edad media, seguro hubiera sido una hechicera, una bruja en el sentido de conocer cosas sobrenaturales y medicinas ancestrales, tal vez la hubieran quemado en la hoguera y no hubiéramos sabido de ella; así que menos mal que nació a finales del siglo veinte y hemos podido apreciar, hasta ahora, seis libros de los más exitosos, algo poco común en nuestro país y eso le ganado muchos admiradores y lectores, así como también uno que otro adversario que se muere de envidia al ver que ella publica un nuevo libro con el mismo éxito que el anterior. El libro que nos congrega esta noche sigue la línea de los anteriores de mezclar, como si fuera una alquimista, una hechicera medieval, ficción fantástica con realidad. Ahora intenta una nueva y arriesgada versión del mito del Tío de la mina, del Supay o Supaya y puedo decir que sale muy bien parada del desafío que ella misma se impuso. Las corrientes de esta nueva aventura literaria son algunos de los mitos nórdicos, los mitos andinos, monstruos literarios como el vampiro, hechos históricos, lugares sagrados, personajes reales e ilustres y algunas invenciones propias de la gran literatura.

El libro ya es un éxito en varias ciudades del país y no es para menos, pues su autora domina la técnica de la novela, jugando con los tiempos y los espacios y sabe dosificar el suspenso, haciendo que el lector quiera seguir leyendo hasta terminar la novela y entonces querrá seguir leyendo una segunda parte. Bolivia es un país de tradiciones y costumbres muy arraigadas y era todo reto pretender dar otra explicación diferente a uno de los mitos más populares de Los Andes. Siguiendo la definición propuesta por el escritor Italiano Ítalo Calvino la novela de Sisinia bien puede clasificarse en el género de narrativa fantástica visionario con seres sobrenaturales. Sin embargo, no debemos descuidar el otro elemento que es la historia en la que la narradora se luce incorporando a su relato a personajes como Cristo, Cristóbal Colón y otros. Si bien la historia contada es compleja y pasan por sus páginas muchos personajes secundarios, la historia está muy bien resuelta y mejor escrita. Una buena novela sin duda alguna.


* Homero Carvalho Oliva. Beni, 1957. Narrador,

novelista, poeta y ensayista.

miércoles, 17 de junio de 2015

Artículo sobre Las Crónicas del Supay de Sisinia Anze T.








Aunque ya no somos analfabetos, sino más un pueblo “leído y escribido”, como diría un demagogo; con todo, no debe de ser fácil reunir harto público con motivos culturales. La otra noche era para no creer. El amplio salón del Club Social se llenó a tope. Eso sucede pocas veces; lo común es que el artista de la pluma sea casi un solitario; el “respetable” es reacio a saber de libros. Sin embargo, con un poco de empeño imaginativo y apoyo de la tecnología, aquello funciona.

El escenario, el ambiente, la hora… todo era espectacular. Había figuras, máscaras y disfraces; una pantalla gigante con imágenes surrealistas en acción. Al frente, sobre una mesa, una careta de diablo, de esos que bailan en las “entradas”. El público intercambiaba saludos a soto voce. En fin, de veras una noche de fantasía. ¿No nos habremos ido directamente al averno? La duda golpeaba con insistencia.
El diablo es un personaje universal. El satanás de la Biblia vino con los españoles y se encontró aquí con el Tata Inti, la Mama Jallppa y el maligno Supay. Para su relato Sisinia Anze rescata al Tío de las minas, al Supay de los Socavones de angustia. En el Carnaval de Oruro es un brioso danzante. En una noche, en Yocalla, construyó un puente. En las letras, Augusto Céspedes, autor de la novela Metal del diablo, lo personifica como el Rey del Estaño. Es filósofo en Diálogos, a través de la pluma de Francovich. Además de los mencionados, hay otros que andan sueltos tentando sin tregua a los cristianos.
Es el quinto volumen que Sisinia lleva a la estampa con una temática similar. Y no es que ella tiene predilección por los fantasmas o seres exhumados de pretéritas antigüedades; son éstos los que le seducen y le convencen para correr por las páginas de su invención. Sin soslayar, desde luego, el compromiso implícito. Quiere que sus lectores se conecten con la realidad a través de la fantasía, y para que eso suceda recurre a elementos de la cultura y la historia. No es pues una escritora que se evade con sus fantasmas hacia otros mundos.
En Las crónicas del Supay, el extravío de Verónica en el interior del Sumaj Ork’o depara la circunstancia de encontrar un manuscrito donde su autor, un tal Gunther, cuenta su periplo por diferentes tiempos y latitudes del planeta. Conquistada por la lectura, se olvida ella de su situación. Parece que estaba destinada a vivir ese suceso y que el derrumbe no fue sino una vía para ir hacia aquel personaje misterioso que sale del manuscrito. Al divisar al Supay a su lado, mejor dicho a Gunther, le pregunta Verónica con pasmosa tranquilidad: “Gunther, ¿eres tú?
La historia encontrada en unos papeles de ignota procedencia, es un recurso narrativo conocido. Empero, eso no quita la consistencia de la trama ni disminuye la calidad expresiva del estilo. La perspicacia de Sisinia Anze para presentar la ficción literaria con sugestiva verosimilitud es cada vez más convincente.

Demetrio Reynolds López
El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia.

Ausencia - Poesía Sisinia Anze Terán

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