Con Juana Azurduy, la furia de la Pachamama, la
escritora cochabambina Sisinia Anze incursiona en la historia boliviana,
rescatando para el lector la participación de la mujer en lides bélicas, en una
época en que su función se reducía al ámbito de la casa y el cuidado de los
hijos.
Juana Azurduy es el séptimo libro
publicado por la autora que empezó en el oficio de la escritura con El abrigo
negro en 2009, que hace referencia a la Segunda Guerra Mundial intercalando con
una historia fantástica. En su última novela, en cambio, la historia es la base
y el contenido con el componente de aproximación a las raíces del lector
nacional.
La novela muestra a la niña rebelde, de
fuerte personalidad, capaz de situarse en el mundo que la rodea y detectar las
irregularidades, el desprecio y abuso con los más débiles o el trato vejatorio
al indígena. Como la niña no podía ser manejada a voluntad de los tíos, es
llevada al convento, de donde sale para ocuparse de los bienes que habían
dejado sus padres.
Ella no pertenecía al común denominador de
la mujer de su época. Su naturaleza impetuosa y vehemente no podía quedar
relegada a la reclusión doméstica, ella estaba convencida que debería cambiar
el estado de cosas, se lo planteó como un deber y deuda con su pueblo para
corregir las injusticias, conseguir que todos tengan los mismos derechos y obligaciones,
mucho más los nativos, a quienes consideraba verdaderos dueños de la tierra,
aunque su hermana le había advertido que “sólo cambiarían de amo”.
Esta es la heroína que rescata Sisinia
Anze, la que se prepara disciplinadamente para la lucha, la que pelea junto a indígenas
voluntarios y un grupo de mujeres en el campo de batalla y sigue adelante a
pesar del dolor y muerte, mucho más cuando la guerra le ha quitado a cuatro
hijos, a su esposo Manuel y a su gran amigo Juan Wallparrimachi.
La escritora sigue el curso de los
acontecimientos históricos mencionando a
héroes con los que lucharon los patriotas a través del relato que hace
la anciana Juana a su sobrino Indalecio. Sisinia trabaja los personajes con
acertada visión y retrata a todo color escenas vívidas, propias del hiperrealismo,
pero con verbos en movimiento a través de un escenario escalofriante donde
Juana sólo tiene dos opciones: matar al usurpador o morir defendiendo la causa.
La guerra justa o injusta sigue siendo la fatal
pesadilla para el ser humano y Sisinia ha tenido el acierto de mostrarla desde
esa perspectiva, cuando empieza su novela precisamente con la peor pesadilla de
su vida: rescatando la cabeza de Manuel, recurso onírico que retoma en varias
ocasiones para subir la temperatura del relato.
En la novela resaltan varios recursos
narrativos que dan soporte, veracidad y belleza a la obra: los planos paralelos
que sostienen la estructura, el recurso de comparación con la heroína Juana de
Arco, el comienzo que no es precisamente el final, sino la historia de su lucha
a mitad de camino o sus diálogos mesurados y precisos que agilizan el proceso
narrativo. Es más, Sisinia Anze ha conseguido recrear ambientes y personajes
históricos, proporcionar lectura amena de la historia a los estudiantes, con la
esperanza de que germine en su conciencia un justo reconocimiento hacia la
heroína.