La Energía del Abrigo
Las aymaras creen que la energía del difunto se queda en las ropas que
éste vistió en vida, por eso después de enterrarlo llevan la vestimenta usada a
un río y la lavan para que el agua -sinónimo de limpieza-, se lleve la carga
que ha quedado entre los pliegues y la ropa quede depurada para ser vestida de
nuevo. Este ancestral rito andino llegó a mi memoria después de leer El
abrigo negro, la novela de Sisinia Anze Terán, una joven autora que se
convirtió en una celebridad instantánea después de que ésta su primera novela
saliera a la luz y, en pocos meses, pasara
a ser una de las preferidas, tanto de estudiantes como de lectores en
general.
En mi caso, la leí de una sentada luego de que la propia autora me la
entregara en un intercambio de libros que hicimos hace una semana. Me la llevé
a la Feria Internacional del Libro de La Paz y allí la terminé de leer,
satisfecho de saber que tenemos una escritora que, sin prejuicio alguno, encara
temas históricos y esotéricos de carácter universal, con tradiciones y leyendas
propias de una parte del país, como es la cosmovisión andina del departamento
de Oruro. Y digo sin prejuicios porque se trata de temas que están siendo
abordados por escritores en el mundo entero y muy pocos lo hacen en nuestro
país.
El personaje central de esta novela es un abrigo negro que carga la
pesada y negativa energía de su dueño original: nada menos y nada más que Adolf
Hitler; si, así es, informado lector, se trata del famoso abrigo negro que
viste en muchas de sus fotografías, y películas documentales y que lo
caracterizó durante la mayor contienda bélica del siglo XX. El abrigo, en
calidad de ropa usada (un tema tan actual que pocos hemos tocado, me trajo
recuerdo a un cuento mío denominado El terno azul), llega a un mercado en Oruro
y allí lo adquiere Jacinto Choque, un minero que empieza a sentir sensaciones
extrañas, producto de la mala energía que carga esta prenda que la autora va
presentando de manera extraordinaria. El argumento me parece genial y no pienso
contarles la obra, solamente provocarlos para que la lean.
La novela, un territorio de culturas, está dividida en dieciocho
capítulos y un epílogo y su estructura narrativa es compleja, porque la autora
va entremezclando los capítulos de tal manera que el tiempo y el espacio, entre
la Segunda Guerra Mundial y la actualidad
y entre Europa y Oruro, se van enlazando en una cadena de
acontecimientos suspendidos que hacen que el lector quiera seguir leyendo.
Incluso al terminar, nos quedamos con las ganas de una segunda parte, como esas
sagas literarias ya famosas.
El abrigo negro es una novela bien escrita, Sisinia maneja con
solvencia los diálogos, resuelve adecuadamente los hechos, así como los tiempos
narrativos y sabe usar el suspenso como gancho para atrapar al lector, por eso
mismo los capítulos son como un rompecabezas en el que cada pieza es solo una
parte de la imagen total y, puede parecer, que algunos de ellos no tengan
sentido hasta cerrar la novela, es decir al cerrar el círculo; entonces todas
las piezas encajan y el rompecabezas está completo y nos damos cuenta que el
abrigo ha sido y es el gran personaje.
Algo que me llamó la atención es el conocimiento que la autora posee
de la cosmovisión y culturas andinas de esta parte de la cordillera, y eso lo
demuestra en algunos capítulos sin abusar para nada del folclore, sino más bien
explotando la magia de lo nuestro. Cuando hablan los mineros, la autora elige
los giros lingüísticos propios de la región, lo cual se constituye en una
fortaleza de la obra, porque lo hace de una forma que aunque no entendamos
algunas palabras, si entendemos el sentido de la oración. Al terminar de
leerla, comprobé porqué es una de las preferidas de los estudiantes y porqué la
invitan, permanentemente, a su autora a dar charlas y talleres literarios sobre
esta y otras de sus obras. ¡Hay que
leerla!
Homero Carvalho
Oliva