Sisinia Anze: “las historias me escogen a mí…”
Soy parte de todo y de nada. Del mar, la luna, los bosques, los valles, las montañas, la gente y en realidad me integro a todo ello. Me defino con palabras, me describo cómo soy, cómo quiero ser, como yo creo que soy ó talvez una mezcla de todo. Si me defino hoy, mañana ya no sería la misma, cada día crecemos, aprendemos, avanzamos, equivocamos el camino y siempre terminamos cambiando inevitablemente, cada día somos alguien diferente en mayor o menor medida.
domingo, 8 de diciembre de 2013
sábado, 23 de noviembre de 2013
EL
CONJURO DEL ABRIGO NEGRO
Por Melita del Carpio
Sisinia
Anze es una prolífica escritora de literatura fantástica. En cinco años hemos presenciado el nacimiento de cuatro obras suyas de este género, lo que nos
lleva a reconocer su gran fluidez creativa en el campo de la novela.
Su territorio narrativo está constituido por
el misterio, lo fantástico, lo estérico, lo curioso, lo insólito, lo demoníaco.
Ya es “canchera” en estos ámbitos en los cuales ha tejido las tramas de sus
anteriores novelas: “El abrigo negro”, “La clonación de Cristo”, “Las últimas
profecías” y ahora “El conjuro del abrigo negro”.
Su
imaginación desbordante y una cierta audacia desenfadada para aproximarse a
temas insólitos, le dan materia para un “continuará” cada vez que concluye un
libro. Así, retoma sus historias para darles nuevos desarrollos. Esta habilidad
no es propia de todo escritor. La mayoría hace cierres definitivos en sus novelas. Sisinia sabe encontrar nuevos itinerarios a
sus argumentos. Grandes autores universales también lo hicieron: Luisa M.
Alcott, Mark Twain, «Jo» Rowling, John Ronald Tolkien y otros.
La clave en
Sisinia Anze está en los finales: son
cierres abiertos y permiten a los
lectores dar explicaciones y finales diversos, permiten también a la propia
autora continuar la historia en una nueva novela sin crear dependencia
argumental entre sus obras. Es posible leer cualquiera de ellas sin leer
necesariamente las otras.
El
desarrollo de la literatura fantástica y de ciencia ficción en Bolivia es relativamente
reciente. De hecho, no es fantasía del extrañamiento al estilo de Kafka,
Ionesco o Cortázar, ni es realismo mágico al estilo de Asturias, García Márquez
o Esquivel. Esta literatura se aproxima más a lo fantástico y misterioso de Poe,
de Ray Bradbury o de Dan Brown. Sisinia es parte de un nuevo movimiento literario
boliviano al que pertenecen Iván Prado, Miguel Esquirol, Dennis Morales entre otros.
En “El
conjuro del abrigo negro” se suman a lo fantástico, misterioso y esotérico, lo científico,
lo histórico, lo mítico y lo étnico. El misterioso abrigo negro del más oscuro
personaje de la historia universal: Adolfo Hitler, después de pasar por muchos
dueños, ha llegado al mercado de las pulgas donde uno encuentra ropa
usada por precios módicos. Irónicamente, este abrigo alemán es vendido entre la
ropa “americana” a un minero de origen indígena y posteriormente llega al hogar de una familia quechua del
norte de Potosí. Son algunos personajes de ella quienes conducirán al abrigo a
su destino. El conjuro del abrigo negro aparentemente cumple el plan de Hitler
de volver a la vida y recuperar su imperio gracias a la famosa lanza de Longinos que es la clave del poder
para quien la posea.
La novela escrita
en 14 capítulos y un epílogo plantea en definitiva que el poder es un demonio
tan desquiciado, tan delirante y monstruoso que hasta el mismo Supay se
horroriza de tenerlo en frente. No conoce diferencias de territorio ni de
cultura y la víctima de su posesión demoníaca puede ser lo mismo un alemán psicótico
o un joven indígena andino. La condición para ser poseer la prenda misteriosa y
ser poseído por ella, es tener una oscura vocación por el poder y un corazón dolorido por el resentimiento.
La novela
transita dos planos históricos y espaciales: Los años del holocausto en
Alemania y la actualidad en el altiplano andino: Territorio quechua y aymara:
el Lago Titicaca, el pueblo de Macha. La trama de un relato de ficción se entreteje por momentos con explicaciones
históricas, esotéricas y míticas: Por momentos la narradora da paso a la
investigadora: pasajes no conocidos sobre los horrores del régimen nazi que
muestran a qué extremos puede llevar el etnocentrismo racista; el nazismo y sus
incursiones en el ocultismo, hipótesis sobre la ubicación en pleno Titicaca del
continente hundido la Atlántida y explicaciones acerca del T´inku como
expresión de la cosmovisión del mundo andino, signo de vida y de encuentro.
Nuevamente,
el texto exige un lector atento y activo por los planos espaciales y temporales
que se intercalan y combinan. Al final todo confluye y se articula en un
desenlace que invita a imaginar diversas explicaciones y una pregunta: será
¿Felipe, el joven quechua: ¿un nuevo Hitler andino?
Por
momentos vuelve la narradora poeta de “La clonación de Cristo” Su lenguaje
narrativo se llena de imágenes que provocan diversas sensaciones en el lector:
“Felipe corre por entre las montañas, cruza pampas desérticas y jadea
por el cansancio. El sol no cesa de pisotearlo durante el camino; incluso
cuando el crepúsculo se torna de un henchido rojo febril, sigue brillando
perversamente a través de la brecha entre las lejanas crestas, deslumbrándolo y
convirtiendo todas las gotas de sudor en prismas de dolor(…)El firmamento arde
con una tétrica luz de horno”
Seguramente
quien lea “El conjuro del abrigo negro” disfrutará con este nuevo libro de
Sisinia, se sentirá sobresaltado por el horror, capturado por el misterio y por
la novedad de encontrarnos como bolivianos andinos en su mundo de fantasía, de
conjuros y de hipótesis sorprendentes.
miércoles, 13 de noviembre de 2013
miércoles, 11 de septiembre de 2013
La
lanza de Longinos, es la última
novela que considero producto de la
exitosa zaga del Abrigo negro, donde
el argumento original del audaz libro produce el eco seductor de un canto de
sirena que atrapa al lector en una trama cuya tensión parece inagotable,
ramificada en un robusto follaje de la inefable dimensión mitológica del pensamiento humano, donde aún sobrevive la
capacidad de sorpresa y asombro.
No es el objetivo de
estas palabras antes de las de las palabras de la autora, develar los enigmas
intrínsecos de la obra. Tampoco el de erigir elogios innecesarios sobre altar
literario o la temática abordada. Pero resulta fundamental señalar la diana
conseguida por la certera puntería que impulsó al filoso venablo: articular
mitos universales con los mitos regionales andinos, mediante la magia de una
historia fantástica.
Desde el rotundo éxito mundial conseguido por El Código da Vinci de Dan Brown, y otras obras en esa línea, mucha agua ha corrido por estos causes, donde las olas encrespadas se van embraveciendo arrasando los castillos de arena de los historiadores tradicionales y los mitos construidos por los poderosos para perpetuar su poder. Los amos oficiales de la verdad, habitantes de los centros del poder político, económico y militar, ignoran en forma deliberada las múltiples vertientes culturales milenarias y contemporáneas, que interpelan de manera constante y consistente sus versiones históricas.
Sisinia Anze, amazona de la palabra,
armada con el filo temerario del discernimiento y dotada con la tranquilidad de
la experiencia, toma la lanza que hirió el corazón del Cristo y la envía al
corazón del altiplano boliviano, arrastrando en su etérea turbulencia, las
interesantes incidencias de su narración, donde un fragmento del relato muestra
un implacable jerarca representante del nefasto poder de los nazis, asustado
con la presencia de un danzante nativo y termina con su servil séquito aplaudiendo la danza de la diablada, mientras
acullica la hoja sagrada para aliviar los efectos del mal de altura, en irónica metáfora. Estos personajes, símbolos
de un poder perverso, siguen extasiados el hilo conductor de su doctrina
alimentada por la magia originaria del poder, contenida en los mitos universales del cristianismo como es
el de la lanza de Longinos, vestido de poncho y abarcas, para deambular en la mitología
ancestral de los pueblos andinos con sus ciudades atlantes sumergidas en
misteriosos lagos mineralizados o el Tío, amo y señor de los profundos socavones.
La
lanza de Longinos, imbrica en su tejido narrativo, la construcción de precisas
atmósferas andinas y referencias históricas detalladas de la debacle del Tercer
Reich, que otorgan consistencia al relato, cuyo principal protagonista Adolfo
Hitler, es perfilado de una manera muy particular por la autora quien no oculta
como muchos, la fascinación por las derivaciones de esta contienda maniquea que
no termina aún. Por el contrario invita a una ansiosa espera de los lectores
por todas las historia noveladas que
puedan surgir de la prodigiosa imaginación de Sisinia Anze, convertida en uno de los baluartes de la narrativa
fantástica, nueva fortaleza de la juventud lectora.
Gonzalo Montero Lara
Poeta-escritor
martes, 4 de junio de 2013
viernes, 24 de mayo de 2013
jueves, 2 de mayo de 2013
Encuentro con el Tío de las minas
Jacinto camina por las galerías dentro de las entrañas de la mina; el olor es a metal, húmedo y pesado. El minero se empieza a sentir mareado y se apoya a los muros fríos, intenta salir a la superficie lo más rápido posible y cuando llega a doscientos metros de la bocamina, donde está solo y no se oye más que el eco de sus propios pasos, siente que ha perdido las fuerzas y que las imágenes distorsionadas de su entorno lo acechan como espectros amenazantes. Se desvía hacia una galería por donde camina a tientas, hasta perder el sentido de orientación. Se apega contra las rocas y empieza a chapotear bruscamente dentro de una canaleta por donde mana la copagira, aguas ácidas mezcladas con residuos minerales oxidados. Se detiene y acerca su rostro al maloliente líquido; su superficie pulimentada refleja su rostro descompuesto en matices verdosos. Vaga eternamente en los entrelazados corredores. Traga excesivo polvo ácido. Todos los túneles acaban en nuevos pasadizos, pero él no siente que se aproxima a territorio conocido, todo le resulta inexplorado, extraño, terroríficamente recóndito. El desespero le abruma. ¿Errará por siempre en este mundo subterráneo? O, si logra regresar a la superficie, ¿se hallará en el mismo desierto de demenciales alucinaciones? La conciencia del minero se desvanece en el mundo subterráneo, oscuro, fantástico, incierto recorrido por violentas pasiones y Jacinto, centelleante y tembloroso, lleva su alma por dudosos y precarios caminos. Avanza, adivinando con las manos entre la bocamina que se proyecta como una oscura falange de roca y tierra, donde él es el retazo de carne que se resiste a seguir su trayecto a los oscuros y grumosos órganos internos del monstruo de piedra. Llega a una cámara vacía donde sólo hay callapos, troncos de árbol, barrenos, perforadoras y cascos, también conocidos por los mineros como guardatojos. El lugar expulsa el olor a azufre como un cuchillo que penetra los sentidos, destrozándolos inexorablemente.
El minero se detiene en plena oscuridad y trata de arrancar del contaminado aire oxígeno puro para calmar a sus pulmones que están al borde del delirio.
Repentinamente una luz rojiza se dilata por toda la galería y una silueta aterradora se perfila frente a él. Su apariencia es espeluznante, unos ojos fieros lo miran con un brillo diabólico, unas astas se extienden hasta perderse en lo alto de la galería; el rostro que se proyecta a unos centímetros de su pavorida humanidad es siniestramente perturbador, tiene una nariz alargada y torcida, una boca ancha y negra por la ceniza de las k’uyunas que se fumó; su barbilla es alargada y puntiaguda, sus cejas gruesas y peludas, más negras que la noche de invierno de Huanuni. Cuando Jacinto dirige la mirada a los pies, se encuentra con un par de pezuñas dentro de unas deformes abarcas que no disimulan la deformidad de sus patas de cabra. El terrorífico ser viste pantalones desbocados que dejan ver un enorme miembro erecto, del cual, el ser se siente orgulloso.
-¿Quién eres?
-¿No me reconoces, minero?
-¿El diablo?
-Jajajajaa, minero, soy el dios de los Andes. Soy el amo y señor de las riquezas del subsuelo, esas que con tantas ansias buscas. – El “Tío” hace brillar sus saltones ojos con la mirada centelleante de la maldad; hace chirriar los dientes, se alisa la barba y suelta una estruendosa carcajada.
-El “Tío”.
-El Tiw, el protector de la naturaleza, de abrigos rocosos, cuevas, socavones. Soy una suerte de dios del bien y del mal, dependiendo de cómo me tratan. – Carraspea, soltando una bulliciosa carcajada que hace temblar las vigas que sostienen el techo. -¿Qué deseas de mí? Yo no te he hecho nada a vos –reclama, asustado el minero.
-Por ahora, sólo deseo una k’uyuna. ¿Me invitas? –pregunta el “Tío”, alzando sus cejas hechas de pelo de llama negra. Golpea con las pezuñas el suelo, en un acto de desesperación. –Apura, minero, que se me hace agua la boca. Jajajajajaa –suelta una siniestra carcajada por la ironía de su comentario. El minero busca en sus bolsillos y saca la pequeña cajetilla de K’ uyunas, se pone nervioso y hace caer unos cuantos al suelo húmedo.
-¡Epa minero, que no sacan de los árboles! Anda, coloca una en mi boca y préndela. –dice abriendo su boca manchada con el hollín de los cigarros.
El minero toma una k’ uyuna y metiéndola en la boca del “Tío” la enciende con un cerillo que se apaga antes de cumplir con su función.
-Pero qué pasa, minero. ¿Tan feo soy? ¿Tanto miedo te doy? –suelta con una ensordecedora carcajada.
- He escuchado que si te tratan mal, o te faltan al respeto, tus ojos se inflan y miras con siniestro brillo de fuego del infierno, que cuando te enojas es como si un volcán estallara en erupción. – Resopla Jacinto, haciéndose para atrás después de encender el cigarro. -Escupes rayos por la boca, haciendo que toda la mina se sacuda, y desprenda grandes piedras de las cubiertas, los callapos caen como lluvia de meteoritos de la parte superior de los socavones, la copagira hierve y toda luz se apaga, dejando reinar la oscuridad en las minas. -Oh, y de pronto brotan gases venenosos como fantasmas, aguas malolientes, y corrientes heladas y húmedas de vientos. Pongo trampas diabólicas hasta ocasionar la muerte de los pobres mineros sacrificados. –escupe el “Tío”, con divertida ironía. –Sí, ese mismito soy yo, Jacinto –jadea presuntuoso.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-Yo lo sé todo, minero –dice, haciendo centellear sus inmensos globos oculares. Brillosas moléculas de metal danzan y brincan con ardua fascinación, zumbando y crujiendo mientras flotan por todas partes.
-¿Cómo sé que es verdad lo que me dices?
-¡Ja! Y a mí qué me importa lo que tú pienses, o creas de mí… Si me he hecho ver contigo es porque me llama la atención tu olor.
-¿Mi olor?
-Hueles a muerte, minero. Llevas sobre los hombros el peso de millones de almas en pena. Superas la cantidad de muertes que llevo en mi haber, minero. -¡Eso es mentira! –exclama el minero despavorido.
-Y ¿para qué te voy a mentir a vos, pues? – resopla con
fingida indiferencia. ¡Minero, soy arrogante, pero no mentiroso ni altivo; soy atrevido, pero no prepotente. ¿Un sinvergüenza…? Jajajaja, ¡sí!, pero a la vez franco y generoso. Un goloso de los placeres de la carne de los mortales; por eso en las noches, cuando estoy aburrido, adopto su forma y salgo al pueblo a hacer de las mías. ¿Vividor desenfrenado y libertino? –suelta una estrepitosa risotada, sosteniendo su barriga con ambas manos. – Muy libertino, pero considerado y apasionado. Así como me ves, minero, soy lujurioso, pero con romanticismo. Soy un corruptor cárnico, pero no depravado,…., bueno, sí, soy, no lo puedo negar, soy muy depravado… -resopla con una sonora carcajada, sacando unas hojas de coca de su chuspa. - Puedo ser débil, burlón y a la vez cínico, tolerante, pero no permisivo. Sereno, sosegado, pero no indiferente, idealista pero no fanático. ¡Qué ironía!, un demonio soñador, a veces hasta sumiso, pero avispado, solapado y astuto. Soy engreído por todas las atenciones de mis sobrinos; mira mis botellas de quemapecho, nunca me faltan, –dice alzando una botella de alcohol de entre sus piernas y traga un sorbo. Soy calmo pero fieramente inquieto, un descarado, sarcástico, pero no mala fe, un bandido conquistador, una amalgama de contradicciones imposibles de otorgar a un simple mortal como tú, mucho menos, para describir el espíritu de todo un pueblo... –Alza las manos al cielo, y haciendo chispear sus saltones ojos suelta un profundo suspiro.- Es incoherente, minero, paradójico, absurdo, ilógico y discrepante, pero ese soy yo: El “Tío” de las minas.
Jacinto lo mira con un gesto inundado de terror, al ver como esos descomunales ojos se tornan rojizos y rutilantes; al ver cómo se perfilan unos colmillos inmensos y amenazadores.
-Eres…eres el mismito diablo, –suspira el minero con voz entrecortada.
- ¡Infeliz! No te das cuenta, acaso, de que tú eres el que está poseído? ¿Que oscuras y siniestras fuerzas han encarnado tu cuerpo, que se han infiltrado en tu sangre y que se han apoderado hasta de tus huesos?...Jajajaja, minero, ¿yo? ¿El diablo..?, ingenuo, al diablo lo llevas puesto tú –rezonga con estruendosa voz, mientras el minero, despavorido, sale corriendo, tropezando con las piedras en su camino.
Las carcajadas del “Tío” revotan en los muros de la mina, y se pasean por las galerías como fantasmas sonoros que embrujan con sus estridentes notas a la Pachamama.
viernes, 25 de enero de 2013
Por: Gonzalo Montero Lara, Escritor
Sisinia Anze Terán, honró una deuda con sus lectores, al entregar LAS ULTIMAS PROFECIAS, obra esperada como un necesario complemento a La clonación de Cristo. Para abrir el comentario debo destacar que los títulos de las tres obras publicadas por Sisinia, resultan atractivas cartas de presentación, envueltas con una aureola de seductor misterio, como misteriosa es la temática de todos sus libros. No puedo encasillar este trabajo como una novela solo del género negro, de la CF o la narrativa fantástica. Es complejo porque articula múltiples temas para diferentes niveles de lectura. Unos con bases históricas, científicas y también especulativas, que obligan a la apertura necesaria del pensamiento para reflexionar en diversos posicionamientos ideológicos para conseguir un acercamiento en la valoración de la obra. Para espíritus cristalizados por el dogmatismo religioso, esta puede parecer una verdadera herejía. Para otros asiduos lectores de lo insólito constituye un ejercicio que conduzca entre otras cosas a reconstruir los orígenes de la novela a partir de lecturas de investigadores de este género donde, sin duda es visible la presencia de Erich Von Däniken, en las referencias astroarqueológicas de los escritos bíblicos como el famoso avistamiento de Ezequiel descrito en su libro Recuerdos del futuro (1968). La experimentación en la bioingeniería de la clonación y otras experiencias, fue la temática de trabajos como Los niños del Brasil de Ira Levin (1976). A su imagen de David M. Rorvik (1978) y el libro Hijo de Nadie (2009), de nuestro compatriota Gonzalo Castellón Arrieta, medico-escritor residente en la Argentina. Parte de este material y otro salido de la fragua creadora de Sisinia, se halla reunido en la novela motivo del comentario, la cual se desarrolla con una nítida trama policial, donde la investigación de un atípico policía (Ricardo Marcos) nos conduce a la dinámica de las claves, parecidas a las del Código Da Vinci de Dan Brown (2003), best seller que incomodó al pensamiento conservador de nuestro tiempo como lo hizo en su momento El retorno de los brujos de Louis Pauwels y Jaques Bergier (1960), y a nivel local varios trabajos y publicaciones de Guillermo Lange, Antonio Portugal y otros, cuestionando seriamente la versión oficial de nuestra historia y prehistoria e iluminando ámbitos oscurecidos.
La obra Las últimas profecías, ambientada como la anterior en tierras lejanas, establece cierta distancia con nuestros lectores nativos por la atmósfera algo enrarecida del escenario. Hubiera sido interesante utilizar, por así decir, las abundantes costras de sangre de nuestro emblemático Cristo de San Pedro o Señor de Limpias como lo denominan algunos, universalizando nuestra presencia en este relato de sucesos extraños, pero aún alrededor de estos prodigios pueden actuar fuerzas desconocidas que solo la sensibilidad de la autora pudo percibir.
Con una prosa embellecida por frecuentes tropos literarios, Sisinia Anze destaca su calidad literaria de bella narradora, en particular con la acertada descripción de los estados emocionales de los personajes en los clímax de acción, que a propósito de reducciones, capturas y prisión de María y Octavio, en espacios ignorados por arqueólogos judíos en la Tierra Santa, las escenas resultan algo inverosímiles.
La presencia de héroes y villanos en conflictos, estos últimos prohijados por el mal, señalado como una entidad orgánica azufrada y monstruosa, puede ser un tema de interesante discusión ulterior así como el intento de reproducir el espíritu de las ultimas profecías, atribuidas a Michel de Nostredame (Nostradamus), descifradas por Ricardo iluminado héroe (¿Robert Langdon, casado, padre de hijas mellizas?), creado por nuestra escritora. Drama que tiene como telón de fondo la añeja lucha entre ángeles y demonios, con tenues referencias a la oscura doctrina Raeliana, y la actividad ritual de sectas secretas que han brotado, como hongos a lo largo y ancho de nuestro planeta.
En resumen Sisinia suma otra obra que reactiva viejas polémicas religiosas, científicas y sobrenaturales enriqueciendo nuestra literatura con el desarrollo de un género infrecuente que en nuestro medio ha empezado a cobrar un inusitado vigor y crecer de manera consistente.
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